sábado, 10 de agosto de 2013

El azar, señor de la vida y la muerte...

                                            Muerte al amanecer   

El patrón murió al amanecer.
No le sirvió de nada el dinero.
Antes sí, cuando vivía.
¿A quién estará jodiendo ahora?
Aquí a nadie, desde el amanecer.
Se hace tarde, hay que ordeñar las vacas antes que pique el sol.
Y preparar el desayuno para que Ortiz se lo lleve.
¿Qué hará Ortiz cuando lo vea?
¿Acaso importa?
Frío los huevos con panceta que nadie va a comer.
Viajo en el tiempo sin poder modificarlo.
El pasado se materializa envuelto en niebla.
El bosque, el frío, los ojos malignos.
Estoy asustada, solo soy una niña.
Por suerte el presente pone las cosas en su lugar, y el azar, señor de la vida y la muerte me da
revancha.
La mirada turbia, el rostro congestionado, la boca babeante.
Implora.
Perdón, dice el vejete, por si el redentor lo saca del apuro.
Las garras apuntan a las pastillas caídas sobre el piso.
Lo miro sin piedad, sintiéndome por una vez superior a él.
Disfruto cada segundo.
Muera cerdo, muera.
Y muere, cagandose de miedo.
                                                                   Arnaldo Zarza