jueves, 27 de diciembre de 2012

Times Square, New York



 Si bien las fotografías y películas dan una idea bastante acabada de lo que es New York,


 
estar ahí, caminado, trotando, escuchando el cuchicheo multiracial de la marea humana que nos engloba y arrastra... 

Tropezando, transpirando y respirando el aire propio de la ciudad en medio de la multitud de rostros anónimos, ansiosos de mirar y fotografiar carteles, edificios, vidrieras, puestos de comida, teatros y todo lo que se le ponga al paso, como nosotros...
Hace la diferencia de“estar o no estar” en la gran metrópoli...
 
                 TIMES SQUARE

 Times Square, el sitio que la gente convierte en mágico cada noche, es pequeño, tal vez dos cuadras,  deslumbrante e impredecible.
 Parece un ritual pagano, como el carnaval, ver a las personas multiplicarse sin motivo aparente,  cuando a la tardecita, las sombras se hacen densas.


Saltimbanquis, magos, lanzafuegos, Batman, el hombre Araña, Superman, aliénigenas, conejos y ositos conviven en pocos metros para sacar unos dólares al turista dispuesto a un retrato con su preferido. 

En medio de la fría noche destaca un tipo con botas tejanas, sombrero, torso desnudo y una especie de calzoncillo, haciendo piruetas.
Y de apoco, gente de todo tipo y color... gente, mucha gente convierte el lugar en una especie de santuario.

 Cuando el sol se oculta el tiempo parece detenerse en una noche eterna. 
Estiramos el cuello para no perder detalle de la multitud convocada por ese raro sortilegio .
 Saco fotos y más fotos, a veces innecesarias, pierdo parte de lo que vine a ver por hacer una toma más de las tantas hechas del mismo sitio, es cuando añoro los rollos de 36 exposiciones... 





...esos que tenías que dosificar los “CLICKS” para no quedar sin material. 
Pero así es la vida del humano... después de todo, 3600 fotografías no son tantas, ¿no?
Unas mesas en medio del gentío, no muchas, tal vez cuatro, cinco... alguien se levanta, nos sentamos, nadie molesta, al rato subimos las gradas armadas en un extremo de la avenida Brodway y la Séptima avenida, que miran desde lo alto al río de gente bañada por las titilantes luces de los carteles. 
 Desde allí el panorama de Times Square en su apogeo es completo. 
La gente, peldaño a peldaño, sube y baja en orden gozando el espectáculo. 
¿Qué espectáculo? Me dirá alguno.
Pues, me da la impresión que Times Squere es un fenomenal teatro sin plateas,  donde miles de personas noche a noche son protagonistas y espectadores de su propio espectáculo. 
Decía que hemos tratado de guardar en la memoria cada rincón, sabor, aroma, murmullo, de lo que fuimos a buscar.
Por una vez no dependimos del encuadre y duración de las tomas que marcan los directores de Hollywwod para recorrer New York desde nuestras butacas. 
 Por unos días los planos y duraciones de las vistas dependieron únicamente de nuestros ojos y cerebro, tal vez sin el virtuosismo de Michael Bay en “Transformers”, o de  William Friedkin en “Contacto en Francia”, pero con la ventaja poder acceder, a nuestro antojo, a mil y un puntos de vista. 
 ¿Por qué la gente convierte a Times Square en el templo de la noche?
¿Qué hace que la conjunción de dos avenidas llena de luces se convierta en un panal de la mejor miel para el espíritu y no otras de condiciones parecidas?
Tal vez sea como decir: 
¿Por qué Marilyn y no otras bellezas de todos los tiempos?
Creo que siempre será un misterio.
                                                    Arnaldo Zarza

jueves, 22 de noviembre de 2012

New York, New York. Parte 2

 Recorriendo Manhattan

El “Bus” sigue su itinerario, al doblar la esquina, el “Radio City” se pierde de vista. 
A una cuadra, el Rockefeler Center se prepara para recibir el invierno reacondicionando la pista de patinaje sobre hielo y remplazando las macetas con flores de verano por las de la temporada que llega.
Seguimos, ya no recuerdo con precisión el orden del recorrido, los edificios se hacen más bajos, pero no tanto, son bloques rojizos, beiges, amarronados... 
 ...o tal vez de colores que olvido, desfilan delante nuestro por un buen rato, algunos, con sus típicas escaleras de incendio empotradas en las paredes del frente les da ese no se qué de haberlos visto antes.


En el asfalto, de un sitio incierto, brota un chorro de vapor como salido de las películas de Batman. La oportuna sirena de bomberos hace creíble la escena. 

El guía, que habla sin cesar y a quién no entiendo ni "jota", me hace señas para que me siente... pierdo mi mejor foto...

Giro la cabeza, se me viene encima el "Flatiron building": allí donde la avenida Brodway rebana la manzana de la 5ta avenida y la calle 23, para dejarla triangular como porción de pizza.
  Con mirada privilegiada al 
 "Madison square park" este soberbio edificio diseñado en el año 1902" por Daniel Hudson Burnham, con sus 21 pisos, 87 metros de alto, estilo renacentista francés e italiano y forma de plancha, como lo ven algunos, se convirtió en poco tiempo en icono de la ciudad.
 Una iglesia y un cementerio pequeño e íntimo a su lado se ubican al borde de nuestra ruta, casi llegando a "wall Street".
 Ya están al alcance de nuestros ojos los edificios que no dejan ver las nubes, -"por favor no lo tome al pié de la letra"- 
  




Ya entrando a Wall Street nos para un semáforo. Bajando la mirada, en una franja triangular no muy grande, vemos al toro más fotografiado del planeta. 

Escultura en bronce de 3200 kg perteneciente e Arturo Di Modica, escultor que gastó sus ahorros, 360000 dólares, que no es moco de pavo, para que la ciudad de NY tenga un símbolo de optimismo, agresividad y prosperidad, luego de la crisis bursátil del año 87 del siglo XX.

¿Don Arturo estará esculpiendo un diosaurio por la crisis inmobiliaria del 2008? Ja...

 




 Seguimos, el Bus del "tour" solo roza Wall Street. 
En las moles que pasan a nuestro costado izquierdo, cada tanto asoman rendijas, donde asoman calles estrechas, borrosas, que bajan y suben hasta perderse en un fondo incierto.
No es lo alto lo que apabulla, es el racimo de bloques compactos que llega al infinito lo que saca el aliento. 
Digo esto pensando en lo que vimos, días después, desde abajo, donde apenas se filtra una luz crepuscular en pleno día.
El sol tocaba el horizonte cuando llegamos a Battery Park, sitio donde bajamos para tomar el ferry, (gratuito), a Long Islang.
El enorme "Staten Ferry Islan", atestado de pasajeros, encaró la bruma del ocaso para alejarse sin prisa de los rascacielos en sombras.


 




Minutos después  avistamos "la estatua de la Libertad".

 Mañana será otro día... me gustaría comer aquí.
                                                                             Arnaldo Zarza  Pd: No me olvido del barrio chino, italiano... Grand Station... Brooklyn, Coney Island, el barrio Indú, o Indio, si lo prefiere, Ruso, Latino, y algunos mas, que en próximas notas iré relatando.